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martes, 13 de mayo de 2025

Devocional mayo 13/2025


EL SEÑOR JESÚS ES LA VID

S. Juan 15:1: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador".

¿Qué te enseña la metáfora de la vid representando al Señor? El Señor Jesús les dijo esto a sus discípulos, probablemente mientras estaban en el aposento alto y se preparaban para irse. Usó la imagen de la vid porque había vides por todos lados en el antiguo Israel. Además, había una gran vid de oro forjada como decoración en el frente del templo que comunicaba la idea de que Israel era la vid de Dios. A su vez, “La vid también era reconocida como un símbolo del Mesías.” (Dods). En contraste, Él es la vid verdadera. Debemos tener nuestras raíces en Él (no en Israel) si queremos dar fruto para Dios. En la comunidad del Nuevo Pacto, nuestra primera identificación es en el Señor Jesucristo mismo, no en Israel, ni siquiera en la iglesia como tal. De las muchas imágenes de la relación entre Dios y su pueblo, la imagen de la vid y el pámpano hace hincapié en la dependencia total y en la necesidad de conexión constante. El pámpano depende de la vid mucho más de lo que la oveja depende del pastor o de lo que el niño depende de su padre. Como estaba por dejar a sus discípulos, éste era un mensaje de aliento importante. Él permanecería unido a ellos y ellos a él, tan cierto como los pámpanos están conectados con la vid principal.

Él nació de padres humanos, pero (junto con el Padre y el Espíritu Santo), es Dios, Dios Hijo. 

El Señor Jesús es el  Mesías, el Hijo de Dios. Juan 20:30-31 (TLA): "Delante de sus discípulos, Jesús hizo muchas otras cosas que no están escritas en este libro. [31] Pero las cosas que aquí se dicen se escribieron para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que así, por medio de su poder reciban la vida eterna". 

El Hijo de Dios: “El título no implica, por supuesto, descendencia biológica como los semidioses romanos; sino la metáfora que la filiación expresa de la unidad de naturaleza, comunión cercana, e intimidad única entre Jesús y el Padre.” (Tenney)

Murió por nuestros pecados, y después de tres días, resucitó de entre los muertos (1 Corintios 15:3,4). La muerte de Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios, es el centro del evangelio. Aunque la idea de glorificarse en la muerte de un Salvador era locura para la palabra, es la salvación a aquellos que creerán.

Todo el que cree en el Señor Jesucristo, recibirá el perdón de sus pecados y el regalo de la vida eterna (Juan 3:16; 20:31). Dios no esperó a que el mundo se volviera a Él antes de amarlo. ¡Él amó al mundo y entregó a su único Hijo cuando seguía siendo el mundo!

Lee y Medita: Juan 3:16-22. Responde las siguientes preguntas:

- ¿Cuál es la idea central del pasaje?

- ¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?

- ¿Hay un mandato o promesa para mí?

- ¿Hay pecados que tengo que abandonar?

- ¿Qué compromisos me pide Dios hacer?

- ¿Hay ejemplos que debo seguir?


1 comentario:

  1. Este mensaje nos llama a permanecer en Cristo, confiar en Su sacrificio, y vivir una vida que refleje esa unión. Mi relación con Él debe ser de confianza, dependencia y comunión constante. Sin Jesús, no puedo dar fruto ni vivir espiritualmente.

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