La máxima prioridad en nuestra vida debe ser la relación con Dios. En segundo lugar, debemos dar importancia (priorizar) las relaciones con nuestro prójimo (Mateo 22:39).
Cuando le preguntaron al Señor ¿Quién es mi prójimo? Él respondió relatando la parábola del buen samaritano (Lucas 10:29-37). "Y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él" (v. 33,34): En lugar de pasar de largo, el samaritano lo amó sacrificialmente. Ver la necesidad justo en frente de él fue suficiente para obligarlo a hacer algo. También dio libremente de su tiempo y sus recursos. El vino, que contiene alcohol, tuvo un efecto antiséptico sobre las heridas del hombre. El aceite ayudó a calmar las heridas, aliviando el dolor. Hay muchas maneras en las que el samaritano era como Jesús:
· El samaritano era un extraño, despreciado por muchos.
· El samaritano llegó después de que otros fallaron en satisfacer la necesidad.
· El samaritano llegó antes de que fuera demasiado tarde.
· El samaritano llegó con todo lo necesario.
· El samaritano llegó directamente al hombre afligido.
· El samaritano brindó tierna atención.
· El samaritano proporcionó para las necesidades futuras.
Nosotros debemos ser como Jesús, demostrando amor al prójimo.
Leer y meditar: Lucas 10:25-37. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
- ¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario