Dios nos creó para que produzcamos fruto para su gloria. "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10). Y no espera de nosotros solo un poco, sino mucho (abundante) fruto. Para Él es importante tanto la calidad como la cantidad. En Juan 15, el Señor revela que hay cuatro niveles en cuanto a dar fruto. Primer nivel, ningún fruto: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto” (v.2). Segundo nivel, poco fruto: “Todo aquel que lleva fruto” (v. 2). Tercer nivel, más fruto: “Para que lleve más fruto” (v. 2). Cuarto nivel, mucho fruto: “Este lleva mucho fruto” (5,8). Dios quiere más fruto de nosotros y no menos. Versículo 8:“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto...” El nivel en el que el Padre es glorificado es el de mucho fruto.
Leer y meditar: Efesios 2:1-10. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
-¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
-¿Qué compromisos me pide Dios hacer?
-¿Existen ejemplos que debo seguir?
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