Una de las definiciones que he encontrado de sabiduría es esta: "Habilidad para poner en práctica el conocimiento". Me parece muy acertada, ya que el conocimiento por sí solo no es siempre útil, a menos que lo llevemos a la aplicación. De hecho, los especialistas en pedagogía y enseñanza plantean que el círculo de aprendizaje está completo cuando el aprendiz hace aquello que le fue enseñado. En este sentido, los padres necesitamos sabiduría para nuestra tarea de enseñanza y entrenamiento de nuestros hijos para la vida.
Definitivamente, la mayor fuente de sabiduría es la Palabra del Señor, ya que en ella encontramos los principios que el Diseñador de la familia nos ha dejado para edificarla de la manera correcta.
Necesitamos estar muy conscientes de que en esta época criar hijos es un gran desafío, una tarea y responsabilidad demasiado grande y difícil. Debemos reconocer que hay una gran batalla que libramos con la cultura llena de anti valores. Por ejemplo, ser padres hoy no es algo valorado en sí mismo, de la manera que lo era hace unas décadas. Es una realidad que se ha perdido el respeto a la autoridad de los padres (y a toda autoridad). Así que, lo que hace algún tiempo era un estilo de vida simple en la familia, ha sido reemplazado por algo bastante complejo. Recordemos una cita de las Escrituras que nos dice: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos" (Efesios 5:15,16). Así que, como padres de familia necesitamos sabiduría (la capacidad para poner en práctica el conocimiento, la capacidad para saber vivir y para saber criar una familia). Nosotros como padres de hoy, necesitamos saber ¿qué hacer?
La Palabra del Señor, en el primer libro de Crónicas capítulo doce, versículo treinta y dos; nos cuenta sobre unas personas que vivieron hace miles de años, llamados "los hijos de Isacar". Dice que eran "...entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer...". Necesitamos esa sabiduría, que nos indique lo que tenemos que hacer.
Uno de los principios que necesitamos conocer y practicar en la familia (en el caso, lamentablemente cada vez menos frecuente, de que estemos criando los hijos la madre y el padre juntos), es el principio de la complementación. Este principio implica asumir un compromiso sagrado el uno con el otro para criar a los hijos en equipo. En Génesis 2:24 dice: "Por tanto. dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Así que el diseño de Dios desde el inicio, es que el hombre y la mujer nos unamos en el matrimonio y seamos "una sola carne". Está hablando de equipo, está hablando en primer lugar, de complementación, y un elemento determinante dentro de esto, es que ambos demos prioridad a nuestra relación de pareja, por encima del trabajo, por encima de los mismos hijos. Es importante que establezcamos que nuestro matrimonio, nuestra relación como tal, es una prioridad máxima para nosotros. Y en segundo lugar, está hablando de la importancia de encontrar maneras para que nos complementemos en la crianza de los hijos, trabajando en equipo, no compitiendo sino, aprovechando las mismas diferencias para ayudarnos el uno al otro y hacer un trabajo mucho más efectivo. Implica que ante nuestros hijos siempre estemos de acuerdo (necesitamos ponernos de acuerdo antes) y "del mismo lado". Uno de los aspectos más importantes que necesitamos definir, es el de los valores que asumiremos como familia. Con mi esposa Inés Marina, por ejemplo, desde antes de casarnos decidimos que nuestros valores como familia, serían los principios bíblicos. Uno de los pasajes de las Escrituras relacionados con los valores para nuestras vidas y para nuestra familias, es Mateo 7:24-27. En este extraordinario texto bíblico, el Señor Jesús enseñó que cada uno de nosotros tenemos dos opciones al construir nuestras vidas, y lo hizo contando la historia de dos hombres que construyeron sus casas sobre dos cimientos muy diferentes: el primero edificó su casa sobre la arena, y cuando enfrentó circunstancias adversas, grandes dificultades, su casa se derrumbó y tuvo grandes pérdidas. El segundo hombre, en cambio, edificó su casa sobre roca, y enfrentó también grandes dificultades, pero su casa permaneció firme, no se derrumbó. En esta enseñanza el Señor Jesús explicó que edificar la casa sobre la arena, representa la forma de vida en la que no ponemos en práctica sus enseñanzas, los principios bíblicos. Edificar la casa sobre la roca, en cambio, representa la vida en la que sí ponemos en práctica dichos principios. Esta es la manera en la que mi esposa y yo, hemos podido construir nuestra familia con sabiduría, sobre la roca. Hemos podido comprobar por más de 35 años, que la Palabra del Señor es la única fuente de principios y valores sólidos y consistentes como la roca, sobre los que podemos y necesitamos edificar nuestras familias.
Ricardo Millán
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