sábado, 5 de noviembre de 2022

Padres Proactivos

 

La mayoría de las personas tenemos la tendencia a ser reactivos y la reactividad es opuesta a la proactividad. Ser proactivos nos encamina hacia un propósito en la vida, a asumir las circunstancias, los desafíos y los retos de la vida de una manera distinta. Tiene el sentido de ser personas enfocadas en la actividad (pro: hacia, activo: actividad). Ser proactivos nos va a permitir tener metas claras y consecuentes con el propósito para el que Dios nos creó, e igualmente enseñar a nuestros hijos a hacer lo mismo. En la Palabra del Señor encontramos esta meta para nuestra vida: convertirnos en personas dependientes de Dios e interdependientes con los demás. En Salmos 127:1 dice: "Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles..." (NVI). La verdad es que necesitamos a Dios; muchas personas lo excluyen de su vida, pero siempre, eso va a conllevar vacíos, va a traer el desastre, o sencillamente, va a impedir que desarrollemos al máximo el potencial que tenemos como seres humanos. Al contrario, como nos indica el versículo citado, el Señor es quien puede capacitarnos y enseñarnos a "edificar nuestras familias" de manera efectiva; cuando lo ponemos a Él en el centro de la ecuación.

Ser padres proactivos entonces, tiene que ver con involucrarnos activamente en el proceso de criar a nuestros hijos, con la ayuda, dirección y capacitación que Dios puede y quiere darnos. Cuando lo hacemos de esta manera, una de las primeras cosas que encontramos, es que  aunque los hombres y las mujeres tenemos el mismo valor y dignidad ante los ojos de Dios, tenemos diferentes roles asignados en la familia. En este sentido, es muy importante preguntarnos: ¿qué necesita un hijo de su papá? Y, ¿qué necesita un hijo de su mamá? En este artículo vamos a hablar de lo que un hijo necesita de su papá; en el siguiente artículo hablaremos de lo que un hijo necesita de su mamá.

Busquemos en la Palabra de Dios la respuesta. En 1 Corintios 16:13,14 dice: "Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor". Y, Efesios 5:23 dice: "porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador". Un primer aspecto en el rol de los varones como padres, es que debemos ser "líderes/siervos", como enseña Lucas 22:26: "mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros  como el más joven,  y el que dirige como el que sirve". El líder siervo es alguien que entiende, valora y apoya a su esposa como su compañera en la crianza de sus hijos. Es el responsable de dar dirección a la vida de oración de la familia, y establece pautas claras en al menos siete áreas clave de la familia: valores, principios morales, relaciones, vida espiritual, tiempo en familia, desarrollo del carácter y horario balanceado. En el precioso libro de Proverbios 4:10-14 dice: "Oye, hijo mío, recibe mis razones, y se te multiplicarán años de vida. Por el camino de la sabiduría te he encaminado, y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, y si corrieres, no tropezarás. Retén el consejo, no lo dejes; guárdalo porque eso es tu vida. No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos". Aquí encontramos que los hijos necesitan que los papás seamos protectores física, emocional y espiritualmente. Normalmente, los varones estamos prestos a defender nuestra familia en el aspecto físico, pero, ¿qué hay del aspecto emocional? ¿y el aspecto espiritual? Necesitamos estar preparados para pelear por ellos en este sentido. Y esto se logra a través de nuestra vida de oración, a través de nuestro buen ejemplo, con una vida espiritual consistente, levantando un cerco protector en el sentido espiritual.

Nuestros hijos también necesitan que seamos proveedores. El trabajo es una bendición de Dios, y tenemos el papel de proveer para las necesidades de nuestra familia, no solamente en cuanto a las necesidades físicas, sino también las emocionales, espirituales, etc. En este sentido (como en todos), la Palabra del Señor está llena de buenas noticias para nosotros. Por ejemplo, en Filipenses  4:19 encontramos esta hermosa promesa: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús". Podemos pedirle y esperar que Él ¡suplirá todo lo que nos falta! (sabiduría, entendimiento, paciencia, recursos, etc.), para ser los protectores y los proveedores que nuestros hijos necesitan.

 

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