PRODUCIENDO FRUTO PARA DIOS AL PERMANECER
Si todos los que somos hijos de Dios tenemos Su Vida en nosotros, ¿Por qué hay diferencia entre uno y otro creyente? No es que algunos recibieron más de la Vida de Dios que otros, la diferencia es que “unos” sí manifiestan fruto para Dios y otros, no; unos expresan a Dios y otros no lo expresan, en otras palabras, aunque el Espíritu que recibimos es el mismo, la diferencia entre un creyente carnal y uno espiritual, está en cada corazón (1 Corintios 3:1-3 RVR1960: "De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. [2] Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, [3] porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?").
Cuando experimentamos al Señor, lo buscamos, nos entregamos a Él, vivimos con Él y tenemos comunión con Él; empezamos a darle espacio a Su Vida para que se fluya, tanto en nuestro espíritu como en todo nuestro ser: “… fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en nuestros corazones” (Efesios 3:16–17).
El proceso de dar fruto para Dios empieza por el fluir de su Vida en nuestro hombre interior, hasta que Cristo mismo llene nuestros corazones, Su vivir en nosotros es el fruto.
Leer y meditar: Efesios 3:14-21. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
-¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
-¿Qué compromisos me pide Dios hacer?
-¿Existen ejemplos que debo seguir?
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