"Para que no os mezcléis con estas naciones que han quedado con vosotros, ni hagáis mención ni juréis por el nombre de sus dioses, ni los sirváis, ni os inclinéis a ellos. Mas a Jehová vuestro Dios seguiréis, como habéis hecho hasta hoy." (Josué 23:7). Josué instruyó a los israelitas a no hacer ni siquiera mención de los falsos dioses de los cananeos. En lugar de aprender acerca de ellos o promoverlos, debían seguir a Jehová su Dios. «El pueblo de Dios debe evitar asociarse con otras naciones para no caer en la adoración de sus dioses. Este mandamiento fundamental contra la idolatría (Éxodo 20:3-6; Deuteronomio 5:7-10) se convierte en la prueba principal de su obediencia». (Hess).
En Éxodo 20:13 dice: "No tendrás dioses ajenos delante de mí": El primer mandamiento fluyó lógicamente del entendimiento de quién es Dios y de lo que ha hecho por Israel. Debido a eso, nada debía estar antes que Dios y Él debe ser el único Dios al que adoremos y sirvamos. En los días del antiguo Israel había una gran tentación a adorar a los dioses del materialismo (como Baal, el dios del clima y del éxito financiero) y del sexo (como Astarot, la diosa del sexo, romance y fertilidad), o a cualquier otra de las deidades locales. Nosotros somos tentados a adorar los mismos dioses, pero sin los nombres e imágenes arcaicos. Se ha dicho (quizás primero por Juan Calvino) que la naturaleza humana es como una fábrica de ídolos que opera constantemente. Constantemente lidiamos con la tentación de poner todo tipo de cosas antes que a Dios o que compitan con Él y Su preeminente lugar en nuestra vida (Enduring Word).
Leer y meditar: Deuteronomio 5:1-10. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
- ¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario