Venimos hablando de la bendición sacerdotal que el Señor estableció para Su pueblo en Números 6: 22-26.
La segunda declaración de la bendición es "Y te guarde": Ser guardado por el Señor es una verdadera bendición. Ser guardados por el Señor asegura vida, paz y éxito. Este hermoso aspecto de la bendición del Señor, lo encontramos expresado de manera poética en Salmos 121:1-8 RVR1960: "Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? [2] Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. [3] No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. [4] He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. [5] Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. [6] El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. [7] Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. [8] Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre."
La tercera declaración es: "Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti": Tener el rostro glorioso y complacido de Dios resplandeciendo sobre uno es el mayor regalo que se puede tener. Saber que cuando Dios te mira está muy complacido —no por quién eres o por lo que has hecho, sino porque estás en Jesucristo— es la mayor fuente de paz y poder en la vida. Podemos imaginar a un padre recibiendo al hijo de regreso, después de haberse apartado, para que vea su rostro amoroso nuevamente. Así es como Dios recibe a los pecadores que vienen a Él por fe (como el hijo pródigo en la parábola). «¿De qué deberías preocuparte cuando Dios sonríe? Lo que importa, aunque todo el mundo te censure, es que Jehová muestre su rostro sobre ti. Una mirada de aprobación de Dios crea una profunda y deliciosa calma en el alma». (Spurgeon).
Leer y meditar: Salmos 121. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
-¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
-¿Qué compromisos me pide Dios hacer?
-¿Existen ejemplos que debo seguir?
El salmo 121 nos recuerda que Dios nunca se duerme en Su cuidado por nosotros. Él guarda nuestras salidas y entradas, nuestra alma y nuestras decisiones. Es un refugio seguro, incluso cuando el mundo parece inestable.
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