La familia necesita la protección del Señor. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne…” (Efesios 6:12). La lucha es sobrenatural, espiritual. Si ignoramos este hecho, probablemente no estemos ganando la batalla. La idea aquí es muy parecida a la de 2 Corintios 10:3-4: "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas"
Colosenses 2:15 nos dice que el Señor Jesús desarmó a los principados y potestades en la cruz. Por lo tanto, nuestra victoria tiene sus raíces en lo que Él hizo, no en lo que hacemos nosotros. Los poderes más grandes de la tierra en ese momento – Roma, con el gobierno más poderoso, y el judaísmo, con la religión más poderosa – conspiraron juntos para poner al Hijo de Dios en la cruz. “Estos poderes, enojados por su desafío a su soberanía, lo desnudaron, lo llevaron al desprecio público y celebraron un triunfo sobre él” (Wright). Aquí Pablo nos muestra otra vez la paradoja de la cruz; que el Jesús victorioso tomó a los poderes espirituales que controlaban los poderes de la tierra y los desnudó, los puso en afrenta pública, y triunfó públicamente sobre ellos.
Leer y meditar: Efesios 6:12; 2 Corintios 10:3,4; Colosenses 2:13-15. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central de los pasaje?
-¿Qué me enseñan acerca de Dios y mi relación con Él?
- ¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
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