Cuando nuestra fe se debilita podemos y necesitamos clamar al Señor. “Entonces dio voces diciendo: “¡Señor sálvame!”, y al momento Jesús lo tomó con su mano y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:30,31). Aun cuando a Pedro le falló la fe, el Señor Jesús estaba ahí para salvarlo. Pedro supo a quién clamar en el momento de crisis, el Señor Jesús entonces lo trajo de regreso a la barca. Todos hemos pasado y pasaremos por crisis, lo importante es que pongamos nuestra confianza en el Señor. En Salmos 84:5-7 dice la Palabra del Señor: "Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion." Tener en el Señor nuestras fuerzas, que en nuestro corazón estén sus caminos; son expresiones que hablan de poner en Él nuestra confianza. Las promesas son extraordinarias: podremos atravesar valles de lágrimas y cambiarlos en fuentes, iremos de poder en poder, veremos al Señor. ¡Qué maravilloso!
El Señor siempre escucha nuestro clamor: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces" (Jeremías 33:3). Nos toma de la mano y nos levanta: "Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti." (Isaías 43:1,2).
Leer y meditar: Isaías 43:1-19. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
- ¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?
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