sábado, 4 de octubre de 2025

Devocional octubre 4/2025

En nuestra meditación de ayer encontramos la referencia que hizo el Señor del pasaje de 1 Samuel 21:1-6. El pan consagrado satisfacía una necesidad real del ungido de Dios (David) y de sus seguidores, de la misma manera que en los tiempos del Señor Jesús el grano suplía una necesidad real del ungido de Dios (Jesús) y de Sus discípulos. David y sus hombres no actuaron mal al comer el pan de la proposición, y los discípulos del Señor Jesús tampoco pecaron al recoger espigas en el día de reposo. El Señor concluyó: "El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo" (Marcos 2:27-28). Esta respuesta del Señor Jesús a los fariseos acusadores contiene dos lecciones importantes.

En primer lugar, el día de reposo estaba pensado para ayudar a la gente, no como una carga. A diferencia del intenso trabajo diario de los esclavos en Egipto, la ley mosaica ordenaba a los israelitas que descansaran un día a la semana. La ley de los fariseos transformó el día de reposo en una carga, al agregar restricciones que iban más allá de lo que decía la ley de Dios. El hecho de recoger una espiga de cereal y picarla mientras se camina por el campo no debe considerarse "cosecha", como los fariseos trataron de clasificarlo. Los discípulos no habían violado la ley de Dios; sólo violaron la rígida interpretación de la ley por parte de los fariseos. El Señor les recordó a los fariseos el propósito original del día de reposo.

Segundo, el Señor Jesús también es el Señor del día de reposo. ¿Qué significa esto?  Él se convirtió en nuestro descanso cuando hizo todo lo necesario para nuestra salvación (Hebreos 4). Él cumplió la Ley y los Profetas (Mateo 5:17). Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree" (Romanos 10:4). Nosotros descansamos, espiritualmente, en Él; Él nos ha asegurado la bendición eterna.

Como creyentes, libres en Cristo, no seremos juzgados por si guardamos o no el día de reposo (Colosenses 2:16). Por el contrario, debemos obedecer al Señor del día de reposo, es decir, a Jesucristo. En Él encontramos nuestro descanso, y nos dedicamos a adorarlo los siete días de la semana.

Leer y meditar:  Colosenses 2:8-23.  Responda las siguientes preguntas:

-¿Cuál es la idea central del pasaje?

-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?

- ¿Existe un mandato o promesa para mí?

-¿Hay pecados que tengo que abandonar?

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