Cuando el Señor se dirigía a la casa de Jairo para ayudar a su hija, otra persona con una gran necesidad se acercó a Él buscando su ayuda: "Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote." (Marcos 5:25-34).
Esta mujer estaba en una condición desesperante. Su condición la hacía ceremonialmente y socialmente impura, y esta era una carga significativa con la cual vivió por 12 años.
“Por la misma ley de su pueblo, ella estaba divorciada de su marido, y no podía vivir en su casa; estaba excluida de toda la sociedad, y no debía ponerse en contacto con sus viejos amigos; ella estaba excomulgada de los servicios de la sinagoga, y estaba excluida de la corte de mujeres del templo.” (Morgan)
Ella fue a los médicos para ponerse mejor, pero únicamente sufrió más – y se hizo pobre. Lucas, el médico, también nos dice que ella había gastado en médicos todo cuanto tenía (Lucas 8:43). Él sabía que los cobros de los médicos tomarían todo el dinero que tenía una familia.
Mateo 9:20 dice que ella tocó el borde de su manto, y esto significa en realidad uno de los bordes de los vestidos externos que utilizaban todos los Judíos. “Cada Judío devoto utilizaba un manto externo con cuatro borlas en ellos, cada uno en cada esquina. Estas borlas se utilizaban en obediencia al mandamiento de Números 15:38-40, y éstas eran para indicar a los demás, y como recordatorio para ellos mismos, que el que la portaba era un miembro del pueblo escogido de Dios.” (Barclay)
De acuerdo con la manera de pensar de aquellos días, cuando esta mujer impura tocó al Señor Jesús, esto lo haría a Él impuro. Esta impureza no le permitiría que tormara parte en cualquier aspecto de la adoración de Israel (Levíticos 15:19-31). Pero debido a la naturaleza del Señor, y su poder, eso no fue lo que ocurrió. Cuando ella tocó Su manto, fue sanada. Cuando venimos al Señor Jesús con nuestro pecado y se los dejamos, esto no lo hace a Él un pecador, Él nos hace limpios a nosotros (Colosenses 1:13,14).
Leer y meditar: Marcos 5:25-34. Responda las siguientes preguntas:
-¿Cuál es la idea central del pasaje?
-¿Qué me enseña acerca de Dios y mi relación con Él?
- ¿Existe un mandato o promesa para mí?
-¿Hay pecados que tengo que abandonar?